Nuestras voces tienen el poder de la denuncia, del recuerdo, de la creación... La juventud no nos excede: nos estimula. Somos como una brújula que oscila por la realidad dejando huellas (que no son poco), plasmándolas en papel, llorando letras...La tinta es nuestra aliada;

este blog solo la excusa..

Tenemos mil cosas más para torturarnos↓

domingo, 24 de octubre de 2010

Era un amor literalmente imposible, de esos que ella creía inexistentes. Era una pérdida de tiempo y lo sabía. El problema era que le faltaba algo para poder lograr su objetivo, el de dejarlo atrás para siempre. Le faltaba una motivación. Un clavo que sacase al otro tal vez, o tal vez no. No sabía qué era lo que le faltaba pero si de algo estaba segura era de que estaba incompleta. El tiempo seguía pasando y su motivación no aparecía. Era ella sola, luchando contra la corriente; contra sí misma; contra el pasado; contra los recuerdos; contra los kilómetros; contra él. Ya no sufría como solía hacerlo porque estaba totalmente resignada: sabía que no era suyo y que nunca lo iba a ser, pero que lo quería, lo quería. Parecía no tener solución: quería avanzar pero con la resignación no le alcanzaba. Se replanteaba qué hubiese pasado si las cosas hubiesen sido diferentes, por qué había tenido que ser así. Era una impotencia enorme el tener que resignarse a lo que más quería, aunque no quisiera. Odiaba el hecho de estar obligada a hacerlo.
Era difícil poder tomar una decisión. No estaba segura de qué le resultaría más doloroso:
Si el hecho de verse obligada a renunciar a algo que quería infinitamente ó las consecuencias de seguir peleando por aquello.

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