Nuestras voces tienen el poder de la denuncia, del recuerdo, de la creación... La juventud no nos excede: nos estimula. Somos como una brújula que oscila por la realidad dejando huellas (que no son poco), plasmándolas en papel, llorando letras...La tinta es nuestra aliada;

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Tenemos mil cosas más para torturarnos↓

martes, 31 de agosto de 2010

Producto del insomnio; esclava de mis palabras

Tuve deseos de escribir porque me cansé de luchar contra el insomnio. Además, estoy cansada de reprimir mis anhelos. Por qué existe en mi esencia una moral que me limita, que me pone condiciones...¿Acaso no me la paso hablando de que creo en la libertad de expresión? ¿No es cierto? Sí y lo llevo como estandarte de un partido sin nombre. Lo llevo conmigo y con otros que son iguales o distintos a mi. Pero no nos encolumnamos en ningún lado para afirmarlo. Lo hacemos y ya... Lo que en este caso no indica que no me sienta parte de ninguno. En este sentido, se que esto lo comparto con muchos y no sólo con algún sector o ideología. Disculpen los eufemismos.

De todos modos, no puedo pensar en la idea de las controversias entre mis deseos y mis acciones. No puedo y no quiero. Casi agrego no debo, pero vuelvo a caer sobre mi maldita moral y la verdad es que la detesto.
En los tiempos que corren mejor actuar y decir y pensar sin hacer un juicio entre el bien y el mal. Hacer y ver que pasa, como dice el tema de Baglieto "Sólo se trata de vivir, esa es la historia (...) a lo mejor resulta bien" Exactamente. Si nada tiene carácter de verdad, si a ningún objeto podemos atribuirle realidad, sólo representación: Por qué seguir pensando en un gran determinismo absurdo.
Estoy acá porque tengo insomnio y porque tengo la necesidad de contar. Contar que mientras veo pasar las cosas al lado del camino no tengo el valor de saltar del tren y volverlas a subir al vagón. Algunas cosas -perdón por no ser específica- me decepcionaron, me generaron angustia y hasta un mínimo recelo. No me dejaron dormir y supongo que no me están dejando ahora.
Sí, soy una mar de dudas. Mi cabeza tiene idas y vueltas en un laberinto que, como tal, no conoce escapatoria. Pero tampoco se trata de huir. Afrontar los compromisos y los obstáculos que se interponen es un desafío. Amarrarse a la valentía es la única salida.
Temo. Lloro y sufro porque creo y descreo con constancia. Al mismo tiempo, esto me hace perder la regularidad de las acciones. Me soné con fuerza la nariz y sentí un mareo increíble. Al instante lo comparé con el cotidiano mismo. Hacemos fuerza para que tantas cosas sean mejores, para que haya cambios abruptos. Para que haya más justicia social, para que la patria sea soberana por completo, para que la democracia se fortalezca día a día... Sin embargo, algunas personas me hacen pensar que el feng shui tiene una teoría que debería ser legitimada socialmente. "Todo lo bueno tiene algo malo y todo lo malo tiene algo bueno" y sin querer volví a caer entre lo bueno y lo malo. Horrible.
Retomo. Hacemos fuerza y vivimos mareados... Nos distorsiona el atropellamiento, la pérdida de la sutileza, el olvido, lo turbio, la falta de claridad y especificidad; la falta de autocrítica y el convencimiento desmedido, ciego. También el uso indiscriminado de adjetivos. Todo lo adjetivamos, todo tiene una etiqueta. Todo está rotulado bajo un esquema de promesas.
La vida es una moneda... tiene distintas cotizaciones, valores, países, colores, metales, símbolos, superficies... No la gastemos en pavadas. Hagamos algo productivo con ella. Construyamos, transformemos. Evitemos la autocensura y saquemos de adentro las ganas de hacer lo que se nos de la gana. Algo que sea necesario e indispensable para todos.

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