Taking my time
Lying there and staring at the ceiling
Waiting for a sleepy feeling
Please, don't spoil my day, I'm miles away
And after all I'm only sleeping
Please, don't wake me, no, don't shake me
Leave me where I am, I'm only sleeping
Últimamente tengo ganas de dormir todo el tiempo, todo el día. Y quién podría culparme? Dormir es natural, sencillo, indiscutible. Provee placer simple e instantáneo, no exige esfuerzo, resiste a la monotonía como el uso más ansiado durante la rutina. Es universal, a prueba de costumbres, necesario. Crea un espacio de reflexión individual con la dosis justa de despreocupación y claridad, mantiene la sanidad mental, colabora con la toma de decisiones. Es cómodo, seguro y reconfortante. Ayuda a la creatividad, respalda fantasías, coordina el manejo de la realidad, que tan lejana parece cuando uno yace a oscuras y en silencio. Es duradero, relajante, no demandante. Otorga un caudal energía que quisiera desperdiciar en dar vueltas sobre las sábanas una y otra vez, guía deseos de compañía, conlleva a no pretender levantarse nunca. Es poco pretencioso, vital, libre. Vulnerabiliza, es cierto, pero quién no necesita sentirse frágil, desprotegido, quebradizo a veces? Produce sueños, provoca bostezos, consuela angustias fechadas hace tanto ya. Quisiera dormir sin descanso, sin wake up calls, sin apuros. Que mi almohada sea mi refugio por un lapso incontenible, que cubrirme entera sea una metáfora del aislamiento autoprovocado al que me expongo, que adquiera la habilidad de cerrar los ojos y asegurar, confiada, de una vez por todas, que tomé la decisión correcta: que dormir es lo que busco, lo que anhelo, lo que hago.
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